Hace unos días, una clienta de toda la vida nos preguntó acerca de los beneficios de las proteínas de la carne. Ante nuestra sorpresa nos explicó que la habían dicho que comer carne más de tres veces a la semana no era bueno y podía provocar enfermedades por lo que lo mejor era hacerse poco a poco vegetariana.
Para eliminar dudas, ofreceros tranquilidad y mostraros un poco más acerca de nuestro trabajo, hoy os vamos a mostrar los beneficios de comer carne.
Si al consumo normal de carne le añadimos unos hábitos de vida saludables y un poquito de actividad física el resultado será muy beneficioso para nuestra salud y la de los que nos rodean.

La proteína animal es de gran calidad si la carne es buena.

Las proteínas están formadas por aminoácidos, éstos pueden ser esenciales o no esenciales. Los esenciales son los que nuestro organismo no es capaz de fabricar y los tenemos que obtener de la dieta. Los no esenciales si que son sintetizados por nuestro organismo. La calidad de una proteína depende de su contenido en aminoácidos esenciales.
La mayoría de las proteínas de origen vegetal poseen un perfil incompleto de aminoácidos. Tenemos ocho aminoácidos que debemos obtener de la dieta porque son esenciales, éstos abundan en los productos animales y escasean en los vegetales.
Las proteínas de origen vegetal aunque estén combinadas para poder formar proteínas esenciales contienen demasiados hidratos de carbono, roban vitaminas y minerales porque tienen antinutrientes e irritan el intestino.
Nuestra fisiología funciona mejor con una alta ingesta de proteínas porque nos proporcionan la materia prima para construir músculos, hormonas y neurotransmisores.

Constituye un gran aporte de hierro.

El hierro es un mineral indispensable para que se produzca el transporte de oxígeno en la sangre hasta todos nuestros órganos, por lo que es un elemento básico para nuestro normal funcionamiento.

La grasa de la carne de calidad no sólo no es mala si no que es necesaria.

La grasa es un nutriente esencial que, a groso modo, empleamos en la producción de energía.
La calidad de los ácidos grasos no será la misma en función de la cría y cebado de los animales, así como tampoco todas las carnes cuentan con la misma cantidad de grasa. Para que os hagáis una idea os mostramos la cantidad de grasa según el tipo de animal.
Carne de ave: esta carne, independientemente del corte que se consuma, siempre tienen menos grasa que el cordero, la vaca o le cerdo.
En la piel contiene el mayor contenido de materia grasa.
Carne de cerdo: el solomillo de cerdo o las paletillas no contiene más que un 5% de grasa, en comparación un 15% que contiene el lomo o un 25% que contiene el costillar.
Carne de vacuno: las partes que contienen menos de un 5% de grasa son el solomillo y babilla.
La carne de cordero es la más rica en ácidos grasos saturados, en especial la paletilla.

Se ha consumido carne desde siempre.

Nuestros antepasados eran nómadas, recolectores y cazadores y comían carne, pescado, huevos, miel, frutas y verduras.
Durante todo este período la alimentación de los hombres ha sido natural igual que la de los animales salvajes, nuestras enzimas están adaptadas a ese tipo de comida y a ese estilo de vida.
Si eliminamos la carne de nuestra dieta, al final necesitaremos consumir las proteínas, los ácidos grasos y las vitaminas de la carne por otras vías como las vegetales que si bien somos capaces de procesarlas sin problema, no son tan efectivas como las de origen animal.

La carne debe ser de calidad.

Nos sentimos orgullosos de la calidad de nuestros productos, por eso os recomendamos que, para que la carne sea saludable, sea carne de calidad, criada siguiendo procesos naturales y servida bajo un estricto control de calidad.
Siempre será mejor carne de calidad en establecimientos de confianza que las carnes envasadas de las grandes superficies. Así conseguiremos un beneficio sobre la salud y sobre la cartera y la economía familiar.